Los miedos y las expectativas del cerebro de esa niña y ese niño determinan gran cantidad de lo que nos decimos. Muchas de nuestras autocríticas proceden de esta información que ha guardado nuestro cerebro y que ya está obsoleta. Pero nuestro cerebro no lo sabe. Es nuestro cerebro adulto el que puede arreglar este malentendido. Hacer que no se confunda el pasado con el presente ni el fracaso con el éxito.

