Kindle Notes & Highlights
La palabra emoción deriva del latín emovere (movere: mover, trasladar + prefijo e/ex: de, desde) y significa hacer mover.[5]
En el Yoga existe una jerarquía del conocimiento, donde lo que tiene más relevancia es siempre la propia experiencia: si bien reconoce el valor de los textos, nos invita a confiar en nuestra vivencia cuando esta sea contraria a ellos. Buddha también instaba a sus devotos a no aceptar su palabra por fe, sino a investigar y experimentar. Recordemos que cada vez que leemos cosas como “un estudio mostró” se refiere a hechos estadísticos: algo que sucedió en un número significativo de casos; mientras que nuestro mundo interior es único como cada uno de nosotros.
Es muy improbable que recordemos una situación sin algún tipo de emoción asociada.
Todo lo que surge en nosotros lleva siempre una cuota de subjetividad: recibimos información del mundo exterior, pero ésta se integra y cobra sentido en el cerebro.
En general, solemos tener evaluaciones excesivamente optimistas sobre la probabilidad de lograr ciertos objetivos. Cuando estamos tristes, en cambio, somos más realistas, fenómeno que se conoce como realismo depresivo.[414]

