Los vitrales con las imágenes del Dios erróneo, del hijo falso, de la madre negativa, ese Dios que no supo contener la avaricia y la estupidez de su rebaño, que dejó que envenenaran el núcleo de lo único que importaba. No hay que nombrar ni mirar a ese Dios que nos dejó a la deriva en un mundo intoxicado.

