More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
Luego de un silencio dramático, las Santas Menores siguieron cantando. Vi salir de sus bocas miles de pétalos blancos llenando el aire, pétalos de lirios que destellaban hasta desaparecer. Sus voces son capaces de entonar las notas universales, de vibrar con la luz de las estrellas (por eso les cosen los ojos, para que no se distraigan con lo mundano, para que puedan captar las reverberaciones que emite nuestro Dios).
Los vitrales con las imágenes del Dios erróneo, del hijo falso, de la madre negativa, ese Dios que no supo contener la avaricia y la estupidez de su rebaño, que dejó que envenenaran el núcleo de lo único que importaba. No hay que nombrar ni mirar a ese Dios que nos dejó a la deriva en un mundo intoxicado.
Me pregunto si Dios es el hambre detrás del hambre y si detrás de Dios se agazapa el hambre de otro Dios).
Un mundo con las inundaciones, las lluvias de ocho meses cayendo en menos de una hora, quedarnos, por días, en el techo de nuestra casa hasta que bajara el agua, nuestro llanto al ver a nuestros amigos flotando en el agua mugrienta: Lispector, Morrison, Ocampo, Saer, Woolf, Duras, O’Connor con las hojas empapadas, inservibles, pero las palabras estaban dentro de mí, las palabras que mi madre me instó a amar, incluso cuando no las entendía; los desplazamientos de tierra; los tornados; los vientos a más de cien kilómetros por hora; los árboles desplomados; los animales caminando en círculos por
...more
Quizás alguien me lea, nos lea. A veces pienso que no importa nada de esto. ¿Para qué me arriesgo con este libro de la noche? Pero necesito hacerlo, porque si lo escribo es que fue real, si lo escribo quizás no seamos solo parte de un sueño contenido en un planeta, dentro de un universo que se esconde en la imaginación de alguien que vive en la boca de Dios. Cada una de estas palabras contiene mi pulso. Mi sangre. Mi respiración.
Pero yo sabía muy bien que la piedad es como una dinamita silenciosa que te instalan en el corazón y que, cuando estalla, ya no hay posibilidad de juntar los pedazos. Me lo habían enseñado los niños tarántula. Sin piedad se sobrevive. Sin piedad hay más agua para el grupo. Sin piedad hay tiempo para leer cuentos sobre mujeres que ponen cucarachas en bombones. Pero con Circe tuve piedad. Y ella la tuvo conmigo. Pero el ciervo blanco no es Circe.
Mamá creía que las golondrinas solo anidaban en casas felices. ¿Cómo saben, mamá? ¿Cómo reconocen una casa feliz de una triste? Porque la gente feliz tiene un brillo que se expande e impregna las cosas. ¿Qué es impregnar? Que la luz queda unida a lo que toca. Las golondrinas la ven.
Al principio pensé que nos íbamos a sentar ahí, pero después vi que un punto de luz se movía en el aire. Sentí que estaba delirando, que alguien me había dado para tomar agua del arroyo de la locura. Me costó entender que eso que veía era una luciérnaga. Su luz dorada brillaba y se desvanecía y volvía a brillar, como un pequeño corazón de fuego latiendo en la noche. Teníamos la boca abierta, pero ninguna dijo nada. Yo lloré, en silencio, porque no hay ninguna palabra que pueda capturar un momento sagrado. ¿Qué decir cuando se está en presencia de algo majestuoso? Hacía décadas que nadie veía
...more
Respiré su perfume feroz y dulce, y sentí que el paraíso azul me encandilaba, me envolvía, que era arrojada al abismo, que sus caricias me despedazaban de placer porque me había dejado entrar en su universo interno, porque ardíamos juntas y juntas creábamos belleza, y fue en ese momento en el que abrí los ojos y vi lo imposible: nos rodeaban miles de luciérnagas, pequeñas luces doradas que vibraban en la noche, que danzaban en la oscuridad. Lucía me agarró del pelo y apoyó todo su cuerpo sobre el mío, toda su piel, toda su boca. Cerramos los ojos para gritar al unísono, para desaparecer la una
...more
Susurró: la verdad es una esfera. Nunca la vemos completa, en su totalidad, se desliza por nuestra garganta, por nuestro pensamiento. Siguió hablando muy cerca de mi boca, pero sin tocarla: la verdad es cambiante, se contrae, implosiona y tiene la potencia de una bala. Puede ser letal. Atiné a preguntarle por qué me decía eso, pero me puso un dedo en los labios y acercó los suyos, casi tocando los míos: la verdad, esa esfera que, también, contiene dentro de sí a la mentira que gira a otro ritmo como un engranaje que parece roto, innecesario, pero que es vital para que el mecanismo funcione. Lo
...more
Lucía me hizo sentir cosas olvidadas, como la piedad. Ya no es una dinamita silenciosa, es otra cosa, es como un corazón nuevo, latiendo en el viejo.

