La belleza trae consigo poder, un poder no pedido ni merecido que no responde al esfuerzo ni a la maquinación, pero poder al fin y al cabo, y como tal trae compromisos y estos, aunque tampoco fueron pedidos, hay que cumplirlos porque el poder es implacable con el anarquista y el desobediente, y siempre cobra los dones conferidos.

