al final cuando fui a que mi mamá aprobara mi atuendo —un impulso amén de infantil, inútil, ya que nuestras madres son el peor juez, el más parcial de todos, porque para ellas sus hijos son los más lindos, los más dotados y la suma máxima de la perfección en todos los aspectos, lo que nos ha creado un sentimiento de superioridad y falsa grandeza que choca infaliblemente con la idea real que el mundo tiene de nosotros, golpeándonos en la cara cuando salimos a la vida habiendo dejado atrás las cuatro paredes uterinas de nuestra casa y enfrentamos que somos feos, malos y torpes en casi todo y que
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