Recuerda que el objetivo no es pasar frío todo el rato, pues el estrés constante nos debilita y acorta nuestra vida. Buscamos exposiciones agudas y puntuales, y en este caso una buena opción son las duchas frías. Puedes empezar añadiendo treinta segundos de agua templada al final de tu ducha normal. Con el tiempo vas alargando la duración y bajando la temperatura. Algo razonable sería terminar con uno o dos minutos de agua fría, o duchándote directamente con agua fría durante el verano. Y, por supuesto, nada supera bañarse en la naturaleza. Siempre que tengas la oportunidad de meterte en un
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