En los primeros años, el ascenso de Hitler al poder fue considerado por los sionistas como «la derrota decisiva del asimilacionismo». Por este motivo, y durante algún tiempo, los sionistas se dedicaron, en cierto grado, a cooperar en forma no delictiva con las autoridades nazis. Los sionistas también creyeron que la «desasimilación», combinada con la emigración a Palestina de los judíos jóvenes y, como esperaban, de los judíos capitalistas, podía ser una «solución mutuamente justa».