Oscar R Torres Cubero

82%
Flag icon
La casa de Tertuliano Máximo Afonso le abrió los brazos como otra madre, con la voz del aire murmuró, Ven, hijo mío, aquí me encuentras esperándote, yo soy tu castillo y tu baluarte, contra mí no vale ningún poder, porque soy tú mismo cuando estás ausente, e incluso destruida seré siempre el lugar que fue tuyo.
El hombre duplicado
Rate this book
Clear rating
Open Preview