Juan Antonio García

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—El paso clandestino de personas al Oeste era un negocio que manejaban auténticos criminales: una vez que les habían colado por la frontera, les sacaban un buen pellizco a los pobres desdichados, como unos 20.000 marcos federales. O hacían que les pagasen antes, con reliquias familiares o colecciones de sellos. Los coches occidentales paraban en algún punto de la carretera y los del Este se encontraban allí con ellos; luego les pagaban y se metían dentro. Vi algunas cosas horribles. Había gente que drogaba a sus hijos y los metían en el maletero. Una vez abrí un portaequipajes y me encontré a ...more
Stasiland: Historias tras el muro de Berlín
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