Juan Antonio García

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Honecker ordenó que se acabase, de raíz, con los «contrarrevolucionarios» de Leipzig. «Nada puede entorpecer —decía— el progreso del socialismo.» El 8 de octubre Mielke, puso en marcha los planes para el «Día X»: envió órdenes a las divisiones locales de la Stasi para que abriesen los sobres. Pero las cosas ya habían ido demasiado lejos. En vez de encarcelar a la gente, la Stasi se atrincheró en sus propios edificios. En las sedes regionales tenían 60.000 revólveres, más de 30.000 metralletas, granadas, rifles de precisión, armas antitanques y gases lacrimógenos. El miedo al linchamiento no ...more
Stasiland: Historias tras el muro de Berlín
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