Desvié la vista para ver qué estaba mirando. Las primeras dos filas de asientos estaban llenas de hombres que habían pertenecido a la Stasi (puede que al Partido). Lo sé porque vestían el uniforme de la ex-Stasi (o del ex-Partido): pantalones de poliéster con la raya muy marcada, chaqueta de cinturilla elástica y gomina por un tubo. Allí estaban: sentados en su antiguo salón de baile, con las piernas separadas y los brazos cruzados, fulminándonos con la mirada.