Cuenta que, en enero de 1990, al ver el humo saliendo por las chimeneas, los berlineses vinieron hasta aquí para protestar. Trajeron ladrillos y piedras y construyeron un muro simbólico alrededor del edificio para instar a la Stasi a que dejara de quemar los expedientes. Dice que es extraordinario que, con tantas piedras como había, no se lanzase ni una y que, del otro lado, tampoco llegase ningún disparo: