El miércoles 15 de octubre, un agente de policía vestido con su uniforme verde llamó a la puerta del piso. —¿Es esta la casa de herr Weber? —Sí. —¿Y es usted frau Weber? —Sí. —Bien, en ese caso, tiene que personarse en las oficinas de la fiscalía del distrito para recoger las cosas de su marido, porque ha muerto.