En agosto de 1961, un recluta novato de la Stasi llamado Hagen Koch recorrió las calles de Berlín con una lata de pintura y una brocha y pintó la línea por donde habría de pasar el Muro. Tenía veintiún años y era el cartógrafo personal del secretario general Honecker. Al contrario que la mayoría de líderes de Estado, Honecker necesitaba un cartógrafo: tenía que redibujar los límites del mundo libre.