En aquella etapa de mi vida, el trabajo era meramente una simple forma de ganarme la vida, no una plataforma desde la que expresar lo mejor de mí mismo. Un empleo no era más que una mala manera de pasar las horas del día, no una maravillosa oportunidad de desarrollar todo lo que yo podía ser. Era una forma de pasar el tiempo, no una excelente oportunidad de arrojar luz sobre los demás y construir una organización mejor y, con ello, un mundo mejor.

