Javier Rodriguez

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«Pues claro que tengo pensamientos débiles y mi ego intenta desviarme de mi camino todos los días. Soy humano. Pero también tengo mi lado auténtico, mi naturaleza esencial, lo que yo soy de verdad. Y esa parte crea los pensamientos nobles y valientes, y me ayuda a centrarme en llegar a ser lo mejor que pueda ser. Es casi como si dentro de mí llevara dos perros. Un perro bueno que trata de llevarme adonde sueño que quiero ir, y un perro malo que intenta apartarme de mi camino ideal». «¿Y cuál gana?», preguntó el joven estudiante. «Muy fácil —contestó el anciano—. Gana el que alimento más.»
El líder que no tenía cargo
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