Es fácil conocer a un tonto, es ese que te dice que sabe quién va a ganar las elecciones. Unas elecciones son una especie de cuerpo vivo —casi podría decirse que son lo más vigorosamente vivo que hay—, dotado de miles y miles de cerebros, ojos, extremidades y deseos; algo que se agita, vibra y se mueve en direcciones que nadie ha previsto, a veces solo por el placer de demostrar a los presuntos expertos que se equivocan.