He sido testigo con frecuencia de un curioso aspecto del poder: el hecho de que cuando uno se halla físicamente cerca de su fuente suele ser cuando menos informado está sobre lo que realmente sucede. Por ejemplo, he visto a senadores salir de la cámara y despachar a sus esclavos al mercado de verduras para que se enteraran de qué estaba pasando en la ciudad que se suponía que ellos debían gobernar;