Afirma que lo que nos impulsa no es en realidad una necesidad nuestra sino la necesidad de la especie. Y dice aún más: “Aunque los protagonistas no lo adviertan, el verdadero fin de toda historia de amor es engendrar un niño”. Y luego: “Por ende, lo que impulsa en realidad al hombre es un instinto orientado hacia lo que es mejor para la especie, si bien el hombre individual imagina que así procura su propio placer”.