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Es como si, de repente, el sol hubiera atravesado las nubes oscuras y me hubiera golpeado con su calidez y me encuentro deseando que esto fuera real y no solo una actuación.
Cuando mi florecilla entra en la habitación, brilla más que cualquier diamante,
—De mi pobre mente enloquecida. O lo que queda de ella después de que la hayas demolido con tanta habilidad,
—Mataré a cualquiera que se atreva a hacerte daño —susurro—, pero me aseguraré de que no te enteres la próxima vez.
Te amo tanto que quemaría el puto mundo por ti.
Creaste un monstruo, Nina, porque no hay nada que no haría por ti. Solo tienes que pedírmelo.
