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Hacía mucho tiempo que la religión había muerto en nuestra familia,
Te recuperarás de esto —me dijo—. De momento, la muerte está estropeándote la vida, eso es todo. Pero la vida es más importante que la muerte. Te darás cuenta muy pronto.
«Me han contratado en un teatro de verdad para hacer de meritorio, con buenas perspectivas de que me den pronto un papel.»
El bien y el mal eran meros conceptos elaborados por el hombre.
«Que el dolor sea aún más intenso, porque sólo cuando sea realmente insoportable desearé morir. Ojalá el dolor se haga tan terrible que me alegre de morir y no sienta tanto miedo. Ojalá sea tan insoportable que no sienta miedo.»
A estas horas —musitó—, tu madre ya habría muerto y la habitación estaría llena de malos olores y del humo de cientos de velas. Piensa lo humillante que es la muerte. Unos extraños le habrían quitado la ropa, la habrían bañado y vuelto a vestir... unos extraños la habrían visto, demacrada e indefensa, en su último sueño.
Jamás miento —respondí sin pensarlo mucho—. Al menos, no le miento a la gente que no quiero.
El vampiro que abandona su grupo para habitar entre humanos, tiene que hacer frente a un infierno horrible mucho antes de que llegue la locura: ¡poco a poco, inevitablemente, desarrolla un irresistible amor por los seres humanos! ¡Llega a comprenderlo todo por el amor!
El rey y la reina estaban presentes, bailando con el pueblo. ¿Los rumores de intrigas en las sombras? ¿A quién le importan? Los reinos se alzan y caen. Que no se quemen los cuadros del Louvre, eso es lo importante.
probablemente existe un Dios. Satán, en cambio, fue una invención humana, un modo de denominar a la fuerza que busca derribar el orden civilizado de las cosas.
Muy pocos seres buscan de verdad el conocimiento en este mundo. Mortales o inmortales, son escasos los que hacen preguntas. Al contrario, casi todos intentan extraer de lo desconocido las respuestas a las que ya han dado forma en sus propias mentes; justificaciones, confirmaciones, formas de consuelo sin las cuales serían incapaces de continuar adelante. Preguntar de verdad es abrir la puerta al torbellino. La respuesta puede aniquilar a la vez la pregunta y a quien la hace.
—Carecer de dios es, probablemente, el primer paso para la inocencia, para despojarse del sentimiento de culpa y de subordinación, de la falsa pena por las cosas que, supuestamente, se han perdido.
Nosotros somos más viejos que todo eso, Lestat. Los hombres que me crearon eran adoradores de dioses, es cierto. Y creían en cosas que yo no podía aceptar. Pero su fe se remontaba a una época muy anterior a los templos de la Roma imperial, un tiempo en que se podía derramar a mares sangre humana inocente en nombre del bien.
El individuo empezaba a intrigarme, aunque, con mis cuarenta años a cuestas, sabía por experiencia que la mayoría de la gente que uno conoce en una taberna resulta interesante durante los primeros minutos y luego empieza a producir un aburrimiento insoportable.
Están furiosos por no tener cuerpo, por no tener sentidos como los nuestros. Obligan a la inocente víctima a gritar porquerías porque los ritos del amor y de la pasión son cosas que no tienen modo de conocer. Pueden hacer moverse las partes del cuerpo pero no habitan en ellas realmente, y por eso están obsesionados con la carne que no pueden invadir. Y usan sus débiles poderes para hacer volar objetos y para obligar a sus víctimas a retorcerse y dar saltos. Este anhelo de ser carnales es el origen de su furia, la demostración del sufrimiento que es su destino.
»Cuando el Imperio Romano llegó a su fin, todos los viejos dioses del mundo pagano fueron considerados demonios por el Cristianismo dominante. Con el paso de los siglos, fue inútil decirles que su Cristo no era más que otro Dios de los Bosques, que moría y resucitaba igual que habían hecho Dioniso y Osiris antes que él, y que la Virgen María era, en realidad, una advocación más de la Buena Madre.
también es cierta esa otra vieja verdad: tanto puedes crear titanes como imbéciles, nadie sabe por qué ni cómo.