Paine no supo la importancia del papel desempeñado por Morris en sus desgracias, pero no perdonó a Washington, después de cuya muerte, al oír que se iba a levantar una estatua del gran hombre, dirigió las siguientes estrofas al escultor: Tomad de la mina la piedra más fría y dura. No necesitáis tallarla: es Washington. Pero si lo hacéis, esculpidla con rudeza y en el corazón grabad… Ingratitud.