argumento de Hazlitt es que las intervenciones de los gobiernos sólo tienen en cuenta las consecuencias que saltan a la vista, pero ignoran las que no se ven, es decir, sólo contemplan los resultados inmediatos, sin preocuparse por las repercusiones a largo plazo, entre las que se cuentan la riqueza no creada o incluso destruida por las regulaciones, la inflación y los impuestos.

