Haksito Flores

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Pero pasa que resulta fácil aceptar el dolor cuando no es el propio, y el de mi hijo era más que propio. Mientras hablaba con Anthony, y al mismo tiempo padecía, entendí mejor la expresión en el rostro de Jacobo cuando trataba de hacer vida social, estar con la gente en la sala, mientras lo torturaba el dolor de piernas o de vientre. Hablaba poco en esas circunstancias, pues el sufrimiento no se lo permitía; sonreía a veces, y en la sonrisa podía vérsele el rictus y brillar las lágrimas de dolor que le estaban asomando siempre. Mi hijo mayor.
La luz difícil
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