nos encontramos con historias estancadas que no sufren ningún giro. La situación en la vida del personaje no cambia de valor al final de la película, es virtualmente idéntica a la del principio. El relato se disuelve en un retrato, ya sea un retrato verosímil o absurdo. A esas películas las denomino no-trama. Aunque nos informan, nos emocionan y tienen sus propias estructuras retóricas o formales, no narran una historia. Por consiguiente quedan fuera del triángulo y entran en el terreno que incluye todo aquello que pueda considerarse «narrativa», dentro de la definición más amplia posible. En