Yo me acordaba de Clara durante la semana que había pasado con Amélie en nuestra casa. Repetía: cuando volvamos a casa, a lo mejor mamá está allí. No podía evitar imaginar que en algún momento se abriría una puerta y su mamá estaría allí, en el umbral. Pensé que eran buenas las visitas frecuentes a la tumba: al menos existía un lugar donde Juliette estaba, no era en todas partes ni en ninguna. Poco a poco, dejaría de estar detrás de todas las puertas.