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yo, tan alejado de esta sabiduría, yo, que vivo en la insatisfacción, la tensión perpetua, que persigo sueños de gloria y destrozo mis amores porque siempre me imagino que en otra parte, algún día, más tarde, encontraré algo mejor.
siempre nos complace que las personas que nos quieren señalen nuestros defectos como razones adicionales para querernos.
«La peor derrota en todo es olvidar, y es sobre todo lo que te lleva a la tumba.»
Debió de imaginarse a una luz cruda y hasta cruel lo que sería pasar su vida con Patrice. Los límites en que la encerraba su elección. Y, por otro lado, los cimientos que él le daría. La certeza de que siempre la amaría, la llevaría en brazos.
Yo me acordaba de Clara durante la semana que había pasado con Amélie en nuestra casa. Repetía: cuando volvamos a casa, a lo mejor mamá está allí. No podía evitar imaginar que en algún momento se abriría una puerta y su mamá estaría allí, en el umbral. Pensé que eran buenas las visitas frecuentes a la tumba: al menos existía un lugar donde Juliette estaba, no era en todas partes ni en ninguna. Poco a poco, dejaría de estar detrás de todas las puertas.
Y cuando Étienne me cuenta esta escena lo repite: estoy harto. Después me explica: es una frase muy simple pero sumamente importante, porque es una frase que uno se prohíbe. Se prohíbe no sólo pronunciarla, sino pensarla, en la medida de lo posible. Porque si empiezas a pensar: «estoy harto», enseguida pasas a pensar: «no es justo», y: «podría llevar otra vida».
Ahora bien, estos pensamientos son insoportables. Si empiezas a decir: «no es justo», ya no puedes vivir. Si empiezas a decir que la vida podría ser diferente, que podrías correr como todo el mundo para coger el metro o jugar al tenis con tus hijos, la vida se corrompe. «Estoy harto» y, detrás de «estoy harto», «no es justo» y, detrás del «no es justo», «la vida podría ser distinta», son pensamientos que no conducen a nada. No obstante, son pensamientos que existen, y tampoco es bueno gastar toda tu energía en hacer como si no existieran. Es complicado, adaptarse a estos pensamientos.
No digo que la enfermedad me haya hecho más inteligente y profunda, pero gracias a ella estoy con Patrice, gracias a ella existen las niñas, y esto es lo contrario de la decepción, lo contrario de la amargura, no pasa un día sin que me diga: tengo el amor. Todo el mundo lo persigue, pero yo, que no puedo correr, lo tengo. Me gusta esta vida, me gusta mi vida, la amo totalmente. ¿Comprendes?
Pero decir que estás harto no quiere decir que quieras cambiar de vida, ni siquiera que estás triste. ¿Tú estás triste?