Mario Monroy

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También la represión debe dejar momentos de respiro, eso sí, cerrar un ojo de vez en cuando, alternar abusos con indulgencia, con cierta imprevisibilidad en sus arbitrariedades, pues, de no ser así, si no existe ya nada que reprimir, todo el sistema se enmohece y deteriora. Digámoslo francamente: todo régimen, incluso el más autoritario, sobrevive en una situación de equilibrio inestable, por lo que necesita justificar continuamente la existencia del propio aparato represivo, y por lo tanto de algo que reprimir.
Si una noche de invierno un viajero
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