Me he dado cuenta de que hace mucho tiempo que tiendo a reducir la presencia de la oscuridad en mi vida. La prohibición de los médicos de salir después del ocaso me ha constreñido hace meses a los confines del mundo diurno. Pero no es sólo esto: es que encuentro en la luz del día, en esta luminosidad difusa, pálida, casi sin sombras, una oscuridad más espesa que la de la noche.