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Kindle Notes & Highlights
Debo a Rústico el haber comprendido la necesidad de enderezar mi carácter y vigilarlo de continuo; no haberme desviado hacia la hinchazón de la sofística, ni haber compuesto tratados teóricos ni esas obras retóricas que tienden a la persuasión; no intentar sorprender al público con ostentaciones de actividad o beneficencia; haber renunciado a la retórica y a la poesía y al estilo atildado; no pasearme por casa en toga, vedándome tales vanidades ceremoniosas; escribir llanamente mis cartas, a semejanza de aquella que él mismo escribió, desde Sinuesa, a mi madre; estar siempre dispuesto a
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Aprendí de Alejandro el gramático el no censurar; no zaherir a quienes se les fue un barbarismo, un solecismo o cualquier viciosa pronunciación; sino anunciar con maña aquella única palabra que convenía proferir, bajo la forma de una respuesta, de una confirmación o de una deliberación sobre el fondo mismo, no sobre la forma, o por otro medio apropiado de hábil sugerencia.
Apenas amanezca, hazte en tu interior esta cuenta: hoy tropezaré con algún entremetido, con algún ingrato, con algún insolente, con un doloso, un envidioso, un egoísta. Todos estos vicios les sobrevinieron por ignorancia del bien y del mal. Pero yo, habiendo observado que la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo torpe, y que la condición del pecador mismo es tal que no deja de ser mi pariente, participante, no de mi misma sangre o prosapia, pero sí de una misma inteligencia y de una partícula de la divinidad, no puedo recibir afrenta de ninguno de ellos, porque ninguno podría
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¡Ultrájate, ultrájate a ti misma, alma mía! Y no encontrarás luego la ocasión de adquirirte el honor que a ti misma debes. Breve es la vida de todos. La tuya se te pasó casi toda, y no te aprecias cuando, por el contrario, mides tu felicidad por lo que acontece en las almas ajenas.
Se deshonra el alma del hombre particularmente cuando, por lo que a sí toca, viene a hacerse como un divieso o una excrecencia en el cuerpo del mundo; porque irritarse con alguno de los acontecimientos que sobrevienen es como un absceso de la naturaleza universal, de la cual participan las naturalezas de todos los otros seres. El alma se deshonra asimismo cuando se muestra adversa a alguno de los otros hombres, o se comporta con él con intención de hacerle mal, como acontece con las almas poseídas de ira. Lo tercero, se deshonra cuando se da por vencida del dolor o el placer. Lo cuarto, cuando
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¿Qué hay, pues, que nos pueda llevar a salvamento? Una sola y única cosa: la filosofía. Y ésta consiste en conservar el dios interior sin ultraje ni daño, para que triunfe de placeres y dolores, para que no obre al acaso, y se mantenga lejos de toda falsedad y disimulo, al margen de que se haga o no se haga esto o aquello; además, para que acepte la parte que le tocare en los varios sucesos accidentales e integrantes de su parte, como procedentes de aquel origen de quien procede él mismo; y, en particular, para que aguarde la muerte en actitud plácida, no viendo en ella otra cosa más que la
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Conviene no sólo hacerse la cuenta que la vida se consume de día en día y que se acorta la parte restante. Débese, mucho más, reflexionar otro extremo. Aunque el hombre viviere largos años, estará siempre incierto si le bastará la igual disposición de mente en que se hallare para comprender las cosas ocurrentes y la teoría encaminada al conocimiento de las cosas divinas y humanas. Por más que empiece a chochear, no le habrán de faltar, sin duda, la respiración, la nutrición, la imaginación, los movimientos y las otras funciones de este orden; pero el vigor para disponer de sí mismo, para
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