Diego Arellano

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34. «Al abrazar a tu hijo —persuadía Epicteto—, conviene decirte para ti mismo: mañana tal vez morirá. —¡Ah, que es eso un mal presagio! —Nada hay aquí de siniestro, sino la indicación de un simple efecto natural; si no, sería también mal agüero haber segado la mies».   35. «La uva verde, la madura, la pasa, todas son mutaciones, no para no ser, sino para ser lo que no se era».
Meditaciones
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