Pues no se da al cilindro la propiedad de seguir en todas partes su propio impulso, ni al agua, ni al fuego ni a otra cosa alguna que sea regida por una naturaleza o un alma irracional: muchos, en realidad, son los obstáculos que las contienen y se les oponen. Pero el espíritu y la razón pueden pasar por sobre todo impedimento, conforme a sus aptitudes naturales y a su voluntad.