50. ¿Es amargo el pepino? Échalo. ¿Hay zarzas en el camino? Desvíate. Eso basta. No prosigas diciendo: ¿Por qué se hicieron estas cosas en el mundo? De otra manera, serías la burla del hombre que estudia la naturaleza, como se te reirían el carpintero o el zapatero si les reprocharas porque ves en sus talleres aserraduras y retazos de las materias que trabajan, aunque tienen adonde arrojarlos. Pero la naturaleza del universo de nada dispone fuera de sí; y lo más admirable de su arte consiste en que, no saliéndose de sus límites, resuelve en sí misma todo lo que en ella parece gastarse,
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