Lo nono, que la mansedumbre es invencible si fuere franca, sin sonrisa burlona, sin hipocresía. Porque, ¿qué te podrá hacer el hombre más violento, si continuares testimoniándole tu benevolencia y si, dada la ocasión, lo amonestares con dulzura, lo instruyeres holgadamente en aquel preciso momento en que intente dañarte?: «No, hijo mío; para otro fin hemos nacido. No me acarreas a mí mal alguno: es a ti mismo a quien dañas, hijo mío». Y hazle ver con delicadeza y de un modo general que ni las abejas suelen proceder así, ni otra especie de animales por naturaleza sociables. Conviene asimismo
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