Paul Miramontes

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Desde Adam Smith, los economistas clásicos han defendido que, en ausencia de una interferencia externa, los individuos que toman decisiones en función de sus propios intereses harán lo que sea mejor para ellos y para la sociedad. Pero si las personas no calculan siempre qué sea lo mejor para ellas, podrían salir ganando con los impuestos y las normas que los economistas clásicos consideran tan retorcidas. Por ejemplo, los agentes racionales conocedores de los tipos de interés y de su esperanza de vida deberían ahorrar la proporción óptima de sus salarios para vivir cómodamente en la vejez. La ...more
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La tabla rasa: La negación moderna de la naturaleza humana
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