El canibalismo nos resulta tan repugnante que durante años ni siquiera los antropólogos reconocieron que fue algo habitual en la prehistoria. Es fácil pensar: ¿es posible que otros seres humanos fueran capaces de verdad de algo tan abyecto? Pero, evidentemente, los defensores de los derechos de los animales tendrán también una mala opinión parecida de quienes consumen carne, que no sólo causan millones de muertes que se podrían evitar, sino que lo hacen con absoluta crueldad: castran y marcan al ganado sin ningún anestésico, empalan los peces por la boca, dejan que se ahoguen en la barca,
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