Y a este campo de batalla llegó un inocente E. O. Wilson. Las ideas de la biología evolutiva y la genética conductual que se hicieron públicas en los años setenta no podían haber supuesto una mayor ofensa para los defensores de la Visión Utópica. Después de todo, esta visión se basaba en la Tabla Rasa (la no existencia de una naturaleza humana permanente), el Buen Salvaje (la no existencia de unos instintos egoístas o perversos) y el Fantasma en la Máquina (un «nosotros» sin límites que puede decidir unas disposiciones sociales mejores). Y ahí estaban los científicos, hablando de genes
Y a este campo de batalla llegó un inocente E. O. Wilson. Las ideas de la biología evolutiva y la genética conductual que se hicieron públicas en los años setenta no podían haber supuesto una mayor ofensa para los defensores de la Visión Utópica. Después de todo, esta visión se basaba en la Tabla Rasa (la no existencia de una naturaleza humana permanente), el Buen Salvaje (la no existencia de unos instintos egoístas o perversos) y el Fantasma en la Máquina (un «nosotros» sin límites que puede decidir unas disposiciones sociales mejores). Y ahí estaban los científicos, hablando de genes egoístas. Y diciendo que las adaptaciones no se producen por el bien de la especie, sino por el de los individuos y sus parientes (como si se reivindicara la afirmación de Thatcher de que «no existe eso de la sociedad»). Que las personas escatiman el altruismo porque es vulnerable a los estafadores. Que en las sociedades anteriores al Estado los hombres iban a la guerra incluso cuando se sentían bien alimentados, porque el estatus y las mujeres son unos incentivos darwinistas permanentes. Que el sentido moral está lleno de parcialidades, incluida una tendencia al autoengaño. Y que los conflictos de interés genético están integrados en los animales sociales y nos dejan en un estado de tragedia permanente. Parecía como si los científicos estuvieran diciendo a los defensores de la Visión Trágica: «Tenéis razón vosotros, ellos están en un error». Los utópicos, en particular los del movimiento de...
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