Los artistas y críticos modernistas y posmodernistas no saben reconocer otra característica de la naturaleza humana que impulsa las artes: las ansias de estatus, especialmente sus propias ansias de estatus. Como decíamos, la psicología del arte está entretejida con la psicología de la estima, con su aprecio de lo raro, lo suntuoso, lo preciosista y lo deslumbrante. El problema es que siempre que las personas buscan cosas raras, los emprendedores las hacen menos raras, y cuando una representación deslumbrante se imita, se puede convertir en un lugar común. El resultado es la eterna renovación
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