Ivor Thomas, en un libro dirigido, según parece, a explicar por qué había dejado ese partido, llega a la conclusión de que, «desde el punto de vista de las libertades humanas fundamentales, hay poco que elegir entre comunismo, socialismo y nacional-socialismo. Son todos ellos ejemplos de Estado colectivista o totalitario [...]; en su esencia, el socialismo no sólo es como el comunismo, pero tampoco es diferente del fascismo.»[24]

