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January 31 - February 9, 2021
un socialismo pleno sólo puede llevarse a la práctica utilizando métodos que muchos socialistas desaprobarían.
No importa la retórica que empleen, los políticos y las burocracias que éstos presiden aman el poder, y el poder nunca se rinde fácilmente una vez que el peligro, si es que existía, ha pasado.
Habría amado la libertad, creo yo, en cualquier época, pero en los tiempos en que vivimos me siento inclinado a adorarla. A. DE TOCQUEVILLE
Si hace doce años a muchos les parecía casi un sacrilegio sugerir que el fascismo y el comunismo no son sino variantes del mismo totalitarismo y que el control central de todas las actividades económicas tiende a producir el totalitarismo, esto se ha convertido ahora casi en un lugar común.
El conservadurismo,por más que sea un elemento necesario en cualquier sociedad estable, no es un programa social; en sus tendencias paternalistas, nacionalistas y adoradoras del poder, a menudo se asemeja más al socialismo que al verdadero liberalismo; y, con sus propensiones tradicionalistas, anti-intelectualistas y con frecuencia místicas, jamás puede conseguir —si se exceptúan breves periodos de decepción— despertar el interés de los jóvenes y de todos cuantos piensan que, para que este mundo se convierta en un lugar mejor, son deseables algunos cambios.
La esencia de la postura liberal, en cambio, consiste en el rechazo de todo privilegio, si el privilegio se entiende en su propio y original significado, es decir, como concesión y protección por parte del Estado de derechos no accesibles a todos en los mismos términos.
Ivor Thomas, en un libro dirigido, según parece, a explicar por qué había dejado ese partido, llega a la conclusión de que, «desde el punto de vista de las libertades humanas fundamentales, hay poco que elegir entre comunismo, socialismo y nacional-socialismo. Son todos ellos ejemplos de Estado colectivista o totalitario [...]; en su esencia, el socialismo no sólo es como el comunismo, pero tampoco es diferente del fascismo.»[24]
Pocos son los dispuestos a reconocer que el nacimiento del fascismo y el nazismo no fue una reacción contra las tendencias socialistas del periodo precedente, sino el producto inevitable de aquellas corrientes.
el conflicto existente en Alemania entre la «derecha» nacionalsocialista y las «izquierdas» es el tipo de conflicto que surge siempre entre facciones socialistas rivales.
El principio fundamental, según el cual en la ordenación de nuestros asuntos debemos hacer todo el uso posible de las fuerzas espontáneas de la sociedad y recurrir lo menos que se pueda a la coerción, permite una infinita variedad de aplicaciones.
Pero como el progreso hacia lo que se llama comúnmente la acción «positiva» era por fuerza lento, y como, para la mejoría inmediata, el liberalismo tenía que confiar grandemente en el gradual incremento de la riqueza que la libertad procuraba, hubo de luchar constantemente contra los proyectos que amenazaban este progreso.
La Humanidad tiende cada vez más a regular su vida social entera, aunque jamás ha intentado crear una segunda naturaleza.»
Lo que ha hecho siempre del Estado un infierno sobre la tierra es precisamente que el hombre ha intentado hacer de él su paraíso. F. HÖLDERLIN
Pero adviértase la diferencia: mientras la democracia aspira a la igualdad en la libertad, el socialismo aspira a la igualdad en la coerción y la servidumbre.»[3]
Mientras los «progresistas», en Inglaterra y en los demás países, se forjaban todavía la ilusión de que comunismo y fascismo representaban los polos opuestos, eran más y más las personas que comenzaban a preguntarse si estas nuevas tiranías no proceden de las mismas tendencias.
Mientras para el nazi el comunista, y para el comunista el nazi, y para ambos el socialista, eran reclutas en potencia, hechos de la buena madera aunque obedeciesen a falsos profetas, ambos sabían que no cabía compromiso entre ellos y quienes realmente creen en la libertad individual.
El liberalismo tiene, pues, el mérito de ser la doctrina más odiada por Hitler.»
Los socialistas creen en dos cosas que son absolutamente diferentes y hasta quizá contradictorias: libertad y organización. ÉLIE HALÉVY
Fuimos los primeros en afirmar que conforme la civilización asume formas más complejas, más tiene que restringirse la libertad del individuo. BENITO MUSSOLINI[1]
El reconocimiento del individuo como juez supremo de sus fines, la creencia en que, en lo posible, sus propios fines deben gobernar sus acciones, es lo que constituye la esencia de la posición individualista.
«el hombre es libre si sólo tiene que obedecer a las leyes y no a las personas».
control de la producción de riqueza es el control de la vida humana misma. HILAIRE BELLOC[1]
La más sublime oportunidad que alguna vez tuvo el mundo se malogró porque la pasión por la igualdad hizo vana la esperanza de libertad. LORD ACTON
La desigualdad se soporta, sin duda, mejor y afecta mucho menos a la dignidad de la persona si está determinada por fuerzas impersonales que cuando se debe al designio de alguien.
Se ha acelerado esta marcha por otro efecto de la enseñanza socialista: el deliberado menosprecio de todas las actividades que envuelven riesgo económico y el oprobio moral arrojado sobre las ganancias que hacen atractivo el riesgo, pero que sólo pocos pueden conseguir.
En tal situación, poco puede sorprender que sean cada vez más las gentes que empiezan a sentir que sin seguridad económica la libertad «carece de valor» y están dispuestas al sacrificio de su libertad para ganar la seguridad.
«Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad.»[10] CAPÍTULO X POR QUÉ LOS PEORES SE COLOCAN A LA CABEZA Todo poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Esta es la razón de que los faltos de escrúpulos y los aventureros tengan más probabilidades de éxito en una sociedad que tiende hacia el totalitarismo. Quien no vea esto no ha advertido aún toda la anchura de la sima que separa al totalitarismo de un régimen liberal, la tremenda diferencia entre la atmósfera moral que domina bajo el colectivismo y la naturaleza esencialmente individualista de la civilización occidental.
En primer lugar, es probablemente cierto que, en general, cuanto más se eleva la educación y la inteligencia de los individuos, más se diferencian sus opiniones y sus gustos y menos probable es que lleguen a un acuerdo sobre una particular jerarquía de valores.
Parece casi una ley de la naturaleza humana que le es más fácil a la gente ponerse de acuerdo sobre un programa negativo, sobre el odio a un enemigo, sobre la envidia a los que viven mejor, que sobre una tarea positiva.
El principio de que el fin justifica los medios se considera en la ética individualista como la negación de toda moral social. En la ética colectivista se convierte necesariamente en la norma suprema; no hay, literalmente, nada que el colectivista consecuente no tenga que estar dispuesto a hacer si sirve «al bien del conjunto», porque el «bien del conjunto» es el único criterio, para él, de lo que debe hacerse.
Todo el aparato para difundir conocimientos: las escuelas y la prensa, la radio y el cine, se usarán exclusivamente para propagar aquellas opiniones que, verdaderas o falsas, refuercen la creencia en la rectitud de las decisiones tomadas por la autoridad; se prohibirá toda la información que pueda engendrar dudas o vacilaciones.
En cualquier sociedad, la libertad de pensamiento sólo tendrá, probablemente, significación directa para una pequeña minoría. Pero esto no supone que alguien esté calificado o deba tener poder para elegir a quienes se les reserva esta libertad.
La tragedia del pensamiento colectivista es que, aun partiendo de considerar suprema a la razón, acaba destruyéndola por desconocer el proceso del que depende su desarrollo.
La lucha contra el liberalismo en todas sus formas, el liberalismo que había derrotado a Alemania, fue la idea común que unió a socialistas y conservadores en un frente único.
Cuando la autoridad se presenta con la apariencia de organización, muestra un encanto tan fascinador que puede convertir las comunidades de gentes libres en Estados totalitarios.
La «intolerancia de la razón», tan visible con frecuencia en el especialista científico, la intransigencia con los métodos del hombre ordinario, tan característica del técnico, y el desprecio hacia todo lo que no ha sido organizado conscientemente de acuerdo con un modelo científico, por unas inteligencias superiores, fueron fenómenos familiares durante generaciones en la vida pública alemana, antes de adquirir importancia en Inglaterra.
Un Estado que se enredase por completo en la dirección de empresas monopolistas poseería un poder aplastante sobre el individuo, pero, sin embargo, sería un Estado débil en cuánto a su libertad para formular una política.
La persecución contra los marxistas, y contra los demócratas en general, tiende a oscurecer el hecho fundamental de que el nacionalsocialismo es un movimiento socialista genuino, cuyas ideas básicas son el fruto final de las tendencias antiliberales que iban ganando terreno rápidamente en Alemania desde la última parte del periodo bismarckiano, y que llevó a la mayor parte de la intelligentsia alemana primero al «socialismo de cátedra» y más tarde al marxismo en sus formas socialdemocrática o comunista.
El carácter colectivista y antiindividualista del Nacionalsocialismo alemán no cambia mucho por el hecho de que no se trate de un socialismo proletario sino de clases medias, y que se inclina, por lo tanto, a favorecer a los pequeños artesanos y tenderos y a establecer un límite algo más alto en cuanto al reconocimiento de la propiedad privada que el del comunismo.
Cuando «la sociedad» y el «bien de todos» y «el mayor bien para el mayor número» se convierten en la piedra de toque dominante de la acción del estado, ningún individuo puede planear su propia existencia. Pues los «planificadores» estatales deben arrogarse a sí mismos el derecho de entrar en cada sector del sistema económico si el bien de la «sociedad» o el «bienestar general» están por encima de todo. Si los derechos del individuo se interponen, hay que marginarlos.

