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»Si quiere saber qué pienso, se lo resumiré: aborrezco todos los «ismos»: comunismo, socialismo, nacionalismo, fascismo… En definitiva, todo lo que lleva el germen del totalitarismo.
—Soy un demócrata que cree en la gente, en su iniciativa y en su capacidad para salir adelante sin tutelas políticas ni religiosas.
El terror anula a los seres humanos, y para poder sobrevivir saca los peores instintos. Pero no se trata de mi vida, sino de las de Comte y Garayoa.
En realidad la gente está muy necesitada de hacerse oír, y si uno tiene la paciencia y la humildad de escuchar sin interrumpir puede enterarse de las cosas más insólitas.
Sin raíces no somos nada, es como si no tuviéramos los pies firmes sobre la tierra.
El Mein Kampf, del propio Adolf Hitler, El mito del siglo XX de Alfred Rosenberg y Manifiesto contra la usura y la servidumbre del interés del dinero de Gottfried Feder.
¿Sabes por qué no me he vuelto loca? Te lo diré, Amelia: porque creo en Dios y admito que Él tiene razones que yo no comprendo.
«Cuando lleguemos a ese río ya hablaremos de ese puente».
Vio a Ewa caminar renqueando, con la mirada serena y desgranando las cuentas de un rosario de tela que se había hecho con un trozo de su enagua. Encontraba fuerza en la oración y sonrió a Amelia cuando pasó delante de su puerta.
lo aceptaba como parecía aceptar todo lo que
había sucedido a lo largo de su vida.
—Amelia desapareció de Berlín Este el 9 de noviembre de 1989. ¿Le dice algo la fecha? —Sí, claro, la caída del Muro…
A nuestra edad no podemos seguir esperando mucho más.
—Acércate, Guillermo, y dime quién soy.

