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«El otoño es el momento idóneo. En otoño todo está cansado y más dispuesto a morir.»
Si encuentras a una persona así, alguien a quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes considerarte muy afortunado. Aunque solo dure un minuto, o un día.
Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades. La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por
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Que todas sus historias sean alegres, y que todos sus caminos sean cortos y llanos.
torpe abrazo; su barba me hizo cosquillas en la mejilla—. Siempre me alegro cuando alguno de vosotros se marcha —me dijo en voz baja—. Sé que te las arreglarás bien, pero siempre puedes volver aquí si lo necesitas. Una de las niñas que estaban en los camastros empezó a agitarse y a gemir. Trapis se separó de mí y se dio la vuelta. —Qué, qué —dijo al ir a atenderla, y las plantas de sus pies hicieron ruido sobre el suelo de piedra—. Qué, qué. Ya va, ya va.
Por eso yo sabía la verdad. La sentía, pesada y certera en el fondo de mi estómago: nunca volvería a ver a Denna. Antes de que yo pudiera decir nada, ella miró nerviosa hacia atrás. —Tengo que irme. Búscame. —Volvió a esbozar su pícara sonrisa, se dio la vuelta y se marchó. —Lo haré —le dije—. Nos veremos donde se encuentran los caminos.
la rabia puede calentarte por la noche, y
el orgullo herido puede alentar a un hombre a hacer cosas maravillosas.
diré que me estaba dando suficiente cuerda para que me ahorcara yo mismo. Por lo visto no sabía que, una vez que está hecho el nudo, la soga se ajusta con la misma facilidad a un cuello que a otro.
«Todos los hombres sabios temen tres cosas: la tormenta en el mar, la noche sin luna y la ira de un hombre apacible».
«Hay dos
formas infalibles de perder a un amigo: una es pedirle dinero prestado, y la otra, prestárselo».
Dios se ocupa de los laureles y de mantenerlos húmedos. Yo me ocupo de los músicos y de mantenerlos secos. Y otras mentes más sabias que la mía decidirán cuándo han de juntarse unos y otros.