La verrdad es que tal vez el cacao no esté tan mal, y la joven que toca el arrmonio a veces me guiña un ojo —dijo, haciéndose a un lado. Lord De Worde abrió los ojos y miró a William. —¿Cómo te atreves…? —Cállate —dijo William—. Ahora te diré lo que va a pasar. No voy a mencionar nombres. Esa es mi decisión. No quiero que mi madre estuviera casada con un traidor. Y además está Rupert. Y mis hermanas. Y también yo. Voy a proteger el apellido. Probablemente esté cometiendo un grave error, pero voy a hacerlo de todas maneras.

