William examinó la parrilla. Si Y-Voy-A-La-Ruina Escurridizo estaba vendiendo salchichas calientes, era señal segura de que uno de sus proyectos más ambiciosos se había vuelto a ir a freír wahoonis. Vender salchichas calientes con la parrilla venía a ser el estado más bajo de la existencia de Escurridizo, del que constantemente intentaba salir y al que constantemente regresaba cuando su última aventura empresarial se iba al carajo. Lo cual era una lástima, porque Escurridizo era un vendedor de salchichas extremadamente bueno. No le quedaba más remedio, dada la naturaleza de sus salchichas.

