Hoy no ha sido un buen día —dijo—. Y va a empeorar mucho. ¿Por qué debería perder el tiempo hablando contigo? —Le puedo dar una buena razón —respondió William. —Adelante, pues. —Tiene que hablar usted conmigo para que yo lo pueda apuntar, señor. Todo claro y correcto. Las palabras literales que use usted, plasmadas sobre el papel. Y usted sabe quién soy yo, y si las apunto mal sabe dónde encontrarme.

