La Guardia, señor Alfiler. ¿Cuántas veces tengo que decirle esto? Tienen un talento asombroso para fijarse en las cosas. —El señor Tulipán no les dejará mucho en que fijarse… —El señor Alfiler se detuvo—. ¿Tanto le asusta a usted la Guardia? —Esto es Ankh-Morpork —dijo el abogado en tono cortante—. Somos una ciudad muy cosmopolita. A veces estar muerto en Ankh-Morpork no es más que un inconveniente, ¿lo entiende? Tenemos magos, tenemos médiums de todas las tallas. Y los cuerpos tienen la costumbre de reaparecer. No queremos nada que le pueda dar una pista a la Guardia, ¿me entiende?

