Naird

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Oh, bueno, ya sabe lo que dicen por ahí —dijo el señor Windling. Un par de brazos salieron disparados por encima de la mesa, agarraron al hombre sorprendido de las solapas y tiraron de él hacia arriba hasta que su cara quedó a pocos centímetros de la de William. —¡Yo no sé qué dicen, señor Windling! —gritó—. ¡Pero usted sí que sabe lo que dicen, señor Windling! ¿Por qué no nos cuenta lo que dicen, señor Windling? ¿Por qué no nos cuenta quién se lo dijo a usted, señor Windling? —¡Señor De Worde! ¡Por favor! —dijo la señora Arcanum. El señor Propenso apartó la tostada de en medio.
La verdad
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