¿El hombre flaco de las salchichas? —preguntó. —Ese mismo. ¿Ha quedado herido? —Creo que no —dijo el enano con cautela—. Le vendió al joven Hachatronante una salchicha en panecillo, eso lo sé seguro. William pensó en aquello. Ankh-Morpork estaba lleno de trampas para el recién llegado incauto. —Bueno, en ese caso, ¿se encuentra bien el señor Hachatronante? —quiso saber. —Probablemente. Hace un momento ha gritado desde el otro lado de la puerta que ya se encontraba mucho mejor, pero que por ahora se iba a quedar donde estaba

