Pedro Pinto

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Un segundo principio sería el siguiente: «No permita que nadie dirija su empresa, salvo (1) que pueda supervisar sus resultados con una diligencia adecuada y comprendiendo los datos, o (2) salvo que tenga unos motivos inusualmente sólidos para depositar una confianza implícita en su integridad y capacidad».
El inversor inteligente
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